En un nivel primario, las entrevistas son rituales de novatadas. Cada vez que una tribu busca aceptar nuevos miembros, realiza varios ritos de iniciación para “probar” al novato en cuestión. Algunos miembros que realizan el ritual ocasionalmente querrían reírse un poco.
¿Este nuevo miembro se llevará bien con los demás? ¿Respetará él mi cultura? ¿Intentará robarme? ¿Obedecerá al jefe como el resto de nosotros? Estas son algunas preguntas básicas que tales rituales esperan responder. Si un novato sobrevive con éxito los rigores o el ritual como lo hicieron, hay un sentimiento mucho más cálido hacia el novato. Incluso el novato adquiere un sentido de pertenencia y tiende a comportarse amigablemente con la tribu.
Los entrevistadores occidentales son generalmente conscientes de esta psicología humana primordial. Los mejores intentan evitarlo. En su lugar, se centran en las fortalezas de los candidatos y ven si sus fortalezas agregarían valor.
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Los entrevistadores indios no son tan matizados. Inconscientemente atontan a los candidatos e intentan que se comporten como lo hacen, solo para que puedan probar si pertenecen. Una gran cantidad de prejuicios culturales entran en este tipo de evaluación, incluso si deja de lado la prueba de habilidad y fortalezas personales.
La razón de esto es porque los indios no leen tanto como los estadounidenses. Son educados, centrando su atención en el desarrollo de habilidades que les permitan conseguir un trabajo; resultado de la mentalidad de escasez proveniente de una economía en desarrollo. Los estadounidenses, por otro lado, estudian humanidades en la universidad y leen muchos libros en la escuela. De ahí la diferencia.