¿Alguna vez ha trabajado en una startup fallida como científico de datos?

Sí, y fue triste. Fue una startup de análisis de redes sociales. La startup estuvo condenada desde el principio, no tanto por el concepto, sino por el equipo de gestión. Y esto no significa que no fueran inteligentes: lo fueron. El problema era que pensaban que eran más inteligentes que todos los demás, incluidos los inversores y, lo que es peor, el mercado y los usuarios finales.

En lo que trabajó el equipo de ciencia de datos en términos de usabilidad práctica fue descartado a favor de gastos extravagantes en sillas de puff, fiestas locas en Las Vegas, aviones privados, alcohol en la oficina (todavía no entiendo cómo esto ayuda, y yo Estoy bastante seguro de que ni siquiera es legal en la mayoría de los estados).

Fui contratado por contrato para construir el equipo de ciencia de datos y establecer la dirección de la plataforma tecnológica y los algoritmos que se utilizarán. Esto fue antes del resurgimiento de las redes profundas, etc., pero aun así logramos hacer algunas cosas bastante buenas con lo básico (sí, amigos, no se trata de la sensualidad o el coeficiente de bombo de los algoritmos, sino de cómo los usas). Me fui después de seis semanas cuando decidí que no podía ser parte de su forma de pensar y operar.

La parte más inquietante fue cómo los fundadores y el equipo directivo lograron mantener ese proverbial “campo de distorsión de la realidad” y abarcaron a un montón de jóvenes idealistas pero increíblemente ingenuos. Todos bebieron el kool-aid y terminaron en el lado equivocado de la inversión. Ver ese potencial humano hundirse fue la parte más triste.

La ciencia de datos que desarrollamos terminó siendo la única parte valiosa de la compañía una vez que fue cortada por los inversores que vinieron por su efectivo. Los posibles clientes estaban decepcionados al no recibir lo que les habían lanzado, y estaban totalmente dispuestos a pagar el mejor precio por ello. Estamos hablando de las principales organizaciones minoristas aquí, por lo que no era poco efectivo. Pero evidentemente, la cerveza y Las Vegas eran prioridades más altas.

El fundador logró salirse con la suya, en virtud de su dominio de las corporaciones fantasma y los tratados fiscales. Habría hecho más si cofundara algo como un arbitraje fiscal y una nueva empresa de asesoramiento que cumplió con las reglas.