Los problemas que se enfrentan en la escuela y en la práctica son diferentes, por lo que la dificultad radica en adaptarse y aprender a resolver problemas del mundo real.
Estas diferencias surgen del hecho de que la escuela refina e idealiza los problemas con el propósito de la educación, mientras que en la práctica de la ingeniería los problemas no están sujetos a este propósito.
Por lo tanto, uno debe ser capaz de autoeducarse y ser imaginativo sobre cómo resolver el problema. En la educación de pregrado, el problema tiene una solución, y generalmente hay una forma de llegar a él, generalmente a través de la teoría. En la práctica de la ingeniería, no siempre está claro que exista una solución, por lo que esta incertidumbre puede ser problemática. Para llegar a una solución, uno debe considerar la teoría, la simulación, la prueba o alguna combinación. Cualquiera de estos puede ser un callejón sin salida, un engaño o un proyecto de investigación interminable, por lo que es esencial elegir el enfoque correcto y ejecutarlo correctamente.
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El alcance de un problema puede ser grande. Encontrar formas de hacerlo modular es útil para dividir el problema en componentes solubles. La búsqueda de una solución puede producir muchas opciones, por lo que evaluar las diversas soluciones es parte del problema. ¿Se debe elegir una solución comercial que no sea del todo ideal, o personalizar una solución que llevará más tiempo y que no es tan segura de funcionar?
A menudo, el esfuerzo de diseño produce una gran cantidad de información. Al adquirir, digamos, 10 datos cuantitativos de información por día, uno supera rápidamente lo que se puede recordar de manera confiable. Por lo tanto, organizarse para guardar y almacenar esta información se vuelve muy importante para la eficiencia. Tus diseños evolucionarán. Cuando saca un esquema en el que trabajó hace 6 meses, ¿es el último?